miércoles, 27 de agosto de 2008

Fauna barrial

¿Quién no ha vivido en un barrio alguna vez? No los barrios definidos legalmente, con sus límites establecidos, su nombre y que al igual que los países africanos fueron delimitados arbitrariamente dejando en un mismo sector a habitantes de diferentes etnias que se llevan mal entre sí. Hablo del barrio propiamente dicho, el que se da por la relación existente entre sus habitantes, con límites difusos: no se sabe dónde empieza o termina el barrio, no tiene un nombre ni tampoco a nadie le interesa que exista. En el barrio del que yo hablo no interesan las calles. Si alguien necesita ir a algún lado las referencias son del tipo: allá al lado de la carnicería del Tato, dos casas más acá de doña coca, enfrente del taller del Mario y tantas otras de la misma índole.

Pero lo que me interesa recordar en este momento es quizás lo más importante que compone el barrio: sus habitantes. Son ellos los que le dan su estatuto de vecindad, los que mediante sus relaciones lo conforman y lo definen, más allá de cualquier ley o delimitación geográfica hecha por el Estado. El barrio está en el sentimiento de pertenencia de cada uno a un lugar, un sentimiento de arraigo a aquel lugar en donde transcurre la mayor parte de nuestras vidas y que si alguna vez sufrieron la experiencia de haber tenido que mudarse experimentaron una sensación de nostalgia por aquello que no vamos a ver más todos los días.

Cuando uno recuerda el barrio en el que vivió de chico, siempre vienen a la memoria los momentos vividos y las infinidades de situaciones que se nos presentaron pero uno también recuerda a aquellos que componían el lugar, cada uno con una particularidad que hasta a veces le hacía ganarse un nombre especial. Y es a ellos a quiénes me interesaría recordar en este momento y compartir con ustedes y quizás, ¿por qué no?, se sientan identificado con alguno, sea porque en su barrio había alguien similar o porque ustedes mismos eran alguno de ellos.


La vieja que no devuelve la pelota: Una anciana de nombres tan estrafalarios como Élida, Clementina o Rubelinda, de años innumerables y carácter agrio. Tenía hábitos muy hogareños, casi no salía de su vivienda y siempre que una pelota caía en su patio había que considerarla como perdida. Ningún integrante de la banda de vagos se animaba a intrusar el terreno para rescatarla y mucho menos a tocar a la puerta de la vieja para pedírsela.

La banda de gurises: grupo de lo más heterogéneo, conformado por los menores del barrio. Sus actividades favoritas eran jugar al fútbol en la canchita, a la escondida, al ring raje y otros entretenimientos ya olvidados por las generaciones más jóvenes después de la incursión de tanto playstation, gameboy, x-box y demás artefactos similares. Éstos eran terriblemente odiados por la vieja que no devuelve la pelota.

El/La Chusma o chismoso: Una suerte de Rial que se sabía todos los quilombos y enredos del barrio e incluso se enteraba de ciertas situaciones antes que los mismos protagonistas. Para estar al tanto de todo utilizaba técnicas de las más variadas: Pasarse una mañana barriendo, pero siempre la misma baldosa; estar siempre pegado a la ventana, aunque con la prudencia de tener el televisor o la radio prendidos para aparentar estar atendiendo a otra cosa; o provocar rumores que luego necesiten ser desmentidos develando la verdad.

El chorro: Ladrón de poca monta que vivía jactándose de sus hechos delictivos. Estaba colgado de cuanto servicio fuera posible: cable, electricidad, teléfono. De igual manera, seguía manteniendo cierta entereza al no desarrollar su tarea dentro del mismo barrio.

El borracho: Si bien la bebida era común en muchos habitantes del barrio, había siempre un individuo que se destacaba por su costumbre de ingerir cantidades descomunales de bebida en el bar del club. Solía ser un personaje simpático, siempre y cuando no se tornara violento.

El deportista: Sujeto que estaba todo el día vestido con un conjunto deportivo y una pelota o raqueta en la mano.

La mina que le gusta a todos: Los integrantes masculinos de la banda de gurises se sacaban los ojos por intentar conquistarla pero ella andaba con un gil de otro barrio.

La familia numerosa: padre, madre, abuelo, tía, ocho hijos, dos nietos y un bisnieto, todos viviendo en un dúplex de tres habitaciones.

Otros integrantes:

El médico
El remisero
El policía
El albañil
El hombre que repara cualquier cosa

3 comentarios:

Laureano F. Gonzalez dijo...

¿Es posible que todos lo barrios sean iguales? se presta a ser muy loco y a la vez muy lógico jaja. Recuerdo cada uno de los personajes con el placer de que hoy en día yo soy el borrachín !!! jajajaja no, no es para tanto, pero lo más loco de eso, en mi caso, es seguir viviendo acá (donde crecí) y ver que (aunque se vea sumamente desvirtuada por la cultura del ocio) se vallan reemplazando las caras de los personajes que van caducando (no puedo seguir siendo de la banda de gurises jajaja) y por otro lado, algunas caras, sigan conservando el personaje, como la vieja chusma, que mientras más viejas más se arraiga en el personaje jaja...
nos tamos viendo che...

asdjasjasdjasdjasdjasd

paseeeeee

lindo posttttt

effes????

dale...

Gustavo López dijo...

La vieja que no devuelve la pelota incluso tiene un blog! Dolor de Web.

Doctor seisdedos dijo...

Respondo después de dos semanas, sí, ¡y me la banco!:

Laureano: Es posible. Estás en effes!!!

el guz: Nunca lo hubiera imaginado, tendré que visitarlo.