viernes, 1 de mayo de 2009

Serie: Los Juegos del Ayer. La rayuela

Los juegos infantiles son los culpables de la mayor parte de las alegrías de la vida, o por lo menos eso aseguran algunos círculos de eruditos. Imaginación pura o actividades casi totalmente desprovistas de objetos necesarios para practicarlas forman parte de la cotidianeidad infantil.
Fue mi intención intentar recordar alguno de aquellos juegos de la infancia y sus características principales, porque como dicen por ahí: todos llevamos un niño interior adentro nuestro.

Primera nota aclaratoria: No se hará aquí mención a un libro de cierto autor que gozó de reconocimiento por un texto que lleva por título el nombre del juego que nos interesa hablar en este tratado.

Segunda nota aclaratoria: En la nota anterior nos referimos a Julio Cortázar y su Rayuela.

Tercera nota aclaratoria: Se me escapó.

La rayuela, como los otros juegos de su época (bolitas o canicas, el elástico, ring-raje, la escondida) han desaparecido casi totalmente del arsenal lúdico de los niños actuales desplazados por el playstation, los autos a control remoto y las infinitas refundiciones de Chiquititas que viene poniendo al aire Cris Morena, con un desparpajo totalmente insoportable. Es por eso que es uno de los propósitos de este documento advertir a las nuevas generaciones sobre prácticas practicadas hasta hace prácticamente poco que podrían fomentar sus mentes y quizás hasta alejarlos de las drogas, el paco y la coca-cola.

Detalles del juego

Participantes: Entre 1 y 88. Jugar solo es aburrido y entre 88 es un poco desordenado, porque se pierde la cuenta de quién juega, de quién es cada piedra y genera problemas con las madres de los niños a partir del número 56 que tienen que ir a comer y todavía no han jugado.

Objetos necesarios: Un área plana y dura (cemento, hormigón armada, madera, lajas, etc) de 4 m. de largo por 2 m. de ancho, tizas, carbón o ladrillo para marcar el área de juego y una piedra para cada uno de los participantes (que quepa en la palma de la mano).

Desarrollo: Se demarca un área de juego consistente en 10 rectángulos numerados del 1 al 10 y ubicados de la siguiente manera (puede haber variantes, esta es la básica):
10
8|9
7
5|6
4
2|3
1
Nota: 1 es el comienzo y 10 es el final, conocido como cielo o cielito.

El juego comienza con un jugador que arroja su piedra dentro de los límites del rectángulo 1 y debe pisar los demás rectángulos con 1 o 2 pies según corresponda sin salirse de los límites y haciendo un salto a la vez hasta llegar al cielo para luego volver de la misma manera, recoger la piedra antes de pasar por el número en que se encuentre y saltar hacia afuera (algunos agregan un área antes del rectángulo 1 conocido como infierno*).
Una vez terminado el turno hace lo propio el siguiente participante y así todos hasta que alguien complete los diez rectángulos. Si alguien cometiera una falta termina su turno y debe esperar la nueva ronda para intentar nuevamente. Eso nos lleva a explicar las:

Faltas:
* Tocar las líneas divisorias de los rectángulos
* Pisar un rectángulo que contenga piedra
* Errar el rectángulo al arrojar la piedra
* Arrojar la piedra al ojo del contrincante (esta falta es descalificatoria)

Reflexión final:
Jugar a la rayuela es educativo (se aprenden los números del 1 al 10), ejercita el cuerpo y da pautas morales (para llegar al cielo no hay que cometer faltas). Por eso

¡Niños! ¡Jueguen a la rayuela!º

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Notas
* Véase la connotación religiosa de la rayuela en Seisdedos, Doctor (2005): Connotaciones religiosas en juegos infantiles. Paidós. Buenos Aires.
º Mensaje obligatorio según ley 45.678/09 de Promoción de Rayuela y juegos afines

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