Los juegos infantiles son los culpables de la mayor parte de las alegrías de la vida, o por lo menos eso aseguran algunos círculos de eruditos. Imaginación pura o actividades casi totalmente desprovistas de objetos necesarios para practicarlas forman parte de la cotidianeidad infantil.
Fue mi intención intentar recordar alguno de aquellos juegos de la infancia y sus características principales, porque como dicen por ahí: todos llevamos un niño interior adentro nuestro.
Requiere un mínimo de dos participantes, a saber: el escondido y el buscador. Sin embargo, el número ideal para la competencia es 23 personas. Puede practicarse con mayor cantidad de participantes, pero la competencia se vuelve muy larga y los que han finalizado primero se aburren y se van a su casa.
El funcionamiento del juego es aparentemente sencillo aunque contiene una innumerable cantidad de características y variables que lo hacen sumamente difícil de explicar: un individuo es sorteado para ser el buscador (Para ello se recurre a numerosos artificios: palitos de diferentes tamaños, de tin marín, pin..., chocolate con maní, pata sucia o el sorteo del loto). Una vez seleccionado el buscador, éste se apoya contra el pido (puede recibir otros nombres) cual si fuera Quico llorando y cuenta hasta un número no menor a 50, previamente acordado. El resto de los participantes aprovecha ese momento para elegir un sitio adecuado como escondite que le permita acceder al pido en el momento justo y así salvar su pellejo. Una vez terminada la cuenta, el buscador se dispone a buscar al resto de los participantes y en cuanto descubre a alguno se lo hace saber al grito de piedra libre (o pido) para Marquitos que está atrás del auto de doña Berta mientras se dirige hacia el pido a fin de validar la acción y poner a Marquitos fuera de juego. El juego termina* una vez que son descubiertos todos los escondidos. Sin embargo, puede suceder que algún escondido haya llevado a cabo su tarea con éxito y no sea descubierto por el buscador, quién al alejarse del pido puede sufrir una adversidad al notar que un escondido ha aprovechado su momento de distracción y correr alocadamente hasta llegar al lugar indicado y gritar con júbilo: ¡¡PIDO!! y verse así exonerado de ser el buscador en la siguiente competición.
* En realidad el juego no termina. Es, si así lo quieren los jugadores y siempre que se mantenga el mínimo de dos participantes, infinito. Usualmente se interrumpe abruptamente cuando interviene alguna madre anunciando que es la hora de comer o ir a dormir porque al otro día se va a la escuela. El final del juego no existe, puede ser interrumpido pero no existe un momento en el cual se pueda afirmar que el juego ha terminado, puesto que se trata de un juego cíclico. Sin embargo, para comodidad de la exposición se utiliza el verbo terminar.
Fue mi intención intentar recordar alguno de aquellos juegos de la infancia y sus características principales, porque como dicen por ahí: todos llevamos un niño interior adentro nuestro.
La Escondida
Requiere un mínimo de dos participantes, a saber: el escondido y el buscador. Sin embargo, el número ideal para la competencia es 23 personas. Puede practicarse con mayor cantidad de participantes, pero la competencia se vuelve muy larga y los que han finalizado primero se aburren y se van a su casa.
El funcionamiento del juego es aparentemente sencillo aunque contiene una innumerable cantidad de características y variables que lo hacen sumamente difícil de explicar: un individuo es sorteado para ser el buscador (Para ello se recurre a numerosos artificios: palitos de diferentes tamaños, de tin marín, pin..., chocolate con maní, pata sucia o el sorteo del loto). Una vez seleccionado el buscador, éste se apoya contra el pido (puede recibir otros nombres) cual si fuera Quico llorando y cuenta hasta un número no menor a 50, previamente acordado. El resto de los participantes aprovecha ese momento para elegir un sitio adecuado como escondite que le permita acceder al pido en el momento justo y así salvar su pellejo. Una vez terminada la cuenta, el buscador se dispone a buscar al resto de los participantes y en cuanto descubre a alguno se lo hace saber al grito de piedra libre (o pido) para Marquitos que está atrás del auto de doña Berta mientras se dirige hacia el pido a fin de validar la acción y poner a Marquitos fuera de juego. El juego termina* una vez que son descubiertos todos los escondidos. Sin embargo, puede suceder que algún escondido haya llevado a cabo su tarea con éxito y no sea descubierto por el buscador, quién al alejarse del pido puede sufrir una adversidad al notar que un escondido ha aprovechado su momento de distracción y correr alocadamente hasta llegar al lugar indicado y gritar con júbilo: ¡¡PIDO!! y verse así exonerado de ser el buscador en la siguiente competición.
* En realidad el juego no termina. Es, si así lo quieren los jugadores y siempre que se mantenga el mínimo de dos participantes, infinito. Usualmente se interrumpe abruptamente cuando interviene alguna madre anunciando que es la hora de comer o ir a dormir porque al otro día se va a la escuela. El final del juego no existe, puede ser interrumpido pero no existe un momento en el cual se pueda afirmar que el juego ha terminado, puesto que se trata de un juego cíclico. Sin embargo, para comodidad de la exposición se utiliza el verbo terminar.