jueves, 28 de febrero de 2008

El día del juicio final

-Juro, por Dios y la Patria desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación.
Si así no lo hiciera que Dios y la Patria me lo demanden.
(Aplausos del público presente en el Congreso)
Así concluía la tan anunciada asunción del nuevo presidente que regiría los destinos del país por los próximos 4 años. En su campaña había prometido que lucharía por la recomposición de la economía, el aumento de los salarios de los trabajadores y la mejor distribución de las riquezas, brindaría apoyo a la educación y la ciencia, campañas sanitarias de alcance nacional y todas esas cosas que los políticos dicen que harán cuando asuman sus cargos.

* * *
5 años después...

- Che, Patria estoy harto de que juren por nosotros y después hagan lo que se les canta. ¿No te parece que ya es hora de hacer algo? -dijo Dios.
- Si, tenés razón. Al final es muy cómodo para ellos que el pueblo no pueda reclamar nada porque juraron por nosotros.
- ¿Qué te parece si les metemos una demanda?
- Eso, eso. Vamos a darles su merecido -se entusiasmó la Patria.
- Dejame que hablo con mi amigo el de abajo que conoce a los mejores abogados.

En eso estaban Dios y la Patria, mientras, el ex-presidente gastaba sus dólares en comprar Tom Collins en la barra del bar mientras su mujer remojaba los pies en una palangana mirando hacia el Océano Pacífico. Pasó un mes y el ex-presidente volvió al país luego de sus vacaciones.
Cuando fue a su oficina, la secretaria le dio todos los mensajes que había recibido durante su ausencia, entre ellos, un sobre lacrado en dónde se podía leer como remitente Juzgado Supremo del Cielo.
- ¡Oh!, ¿qué es esto? -se preguntó el hombre.
- No lo se señor. Un día apareció este sobre bajo la puerta y esperaba a que usted llegara cuanto antes para que lo viera. No quise molestarlo durante su descanso.
- Hizo bien. Veamos de que se trata.
El ex-presidente abrió el sobre y dentro de él había dos cosas: la primera, una carta impresa en un papel tamaño oficio; y la segunda, una llave muy extraña atada a un llavero en forma de cruz. Tomó la carta y la abrió. Comenzó a leer:

Señor ex-presidente:
S/D
Por la presente nos dirigimos a usted a fin de comunicarle que será juzgado en el supremo tribunal celestial el día 17 de marzo a las 20:00 hs. por incumplimiento del deber público y jura en vano en nombre de los firmantes.
Saludan atentamente.
Dios y la Patria

PD: Con la llave abrirá una puerta sita en calle del Mate al 2357. Así accederá al tribunal.

El ex-presidente pensó que se trataba de una broma de mal gusto pero su curiosidad pudo más, y además no faltaba tanto para el 17 -era 15 de marzo-. El día indicado fue hasta calle del Mate 2357 y abrió la puerta. Se encontró con una pequeña habitación vacía y un ascensor con la puerta abierta. Entró al elevador y escuchó una voz -no se alcanzaba a ver por dónde salía- que decía:
-Si usted viene a tirar primeras piedras, apriete uno. Si por el contrario fue citado por sus pecados, apriete dos.
El ex-presidente apretó uno pensando que así eviataría el problema, pero la misma voz dijo:
-Usted no está libre de pecado, apriete dos y olvidaremos esta mentira.

Apretó dos y el ascensor comenzó a moverse. No alcanzó a notar si ascendía o descendía pero si parecía moverse rápidamente. De pronto frenó y se abrió la puerta. Allí estaban, Dios y la Patria, sentados en un sofá de tres cuerpos fumando un habano cada uno. En otro sillón había una dama con los ojos vendados y una balanza en la mano (N. del R.: no era la verdulera de la esquina tratando de pesar un kilo de tomates sin ver). Se le indicó que entrara y se sentara en una silla justo enfrente del sofá.
Ni bien el ex-presidente hubo rozado apenas la silla con su culo, la dama de los ojos vendados dictaminó:
- ¡Culpable!
- ¡Excelente! -dijeron los otros dos.
- Usted está condenado a resarcir sus pecados juntando los desechos animales de la vía pública en todo el país.

Moraleja: No juren por Dios y la Patria en vano o se les va a venir brava la mano.

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