viernes, 16 de enero de 2009

Como Pancho por su Casa

El dicho "como pancho por su casa" es utilizado generalmente para denotar la comodidad o familiaridad de alguna persona al moverse en cierto lugar. Sin embargo, como muchas de estas frases, posee un origen que ha quedado sepultado a través de su repetición a lo largo de más de medio siglo. Por eso, los invito a indagar en la historia de esta frase y del hombre que yace tras ella.

Francisco Portsucaxá nació en Bilbao el 3 de enero de 1935. En un mundo en plena guerra, y bajo el régimen fascista de Franco, España no era un lugar donde abundaran las libertades personales de los ciudadanos. Francisco se crió en el seno de una familia de rebeldes vascos: sus padres llevaron la batuta en las manifestaciones de liberación de la época, muchas veces poniendo en juego el pellejo por sus ideales. Tal vez por la tendencia liberal y revolucionaria que lo caracterizaba, Pancho (adoptó el apodo establecido para su nombre) se destacó por la desenvoltura en todos los espacios de la vida pública. Ya a los 9 años de edad el pequeño Pancho recorría las calles de su barrio, charlando con sus vecinos y haciendose conocer por su falta de timidez y su carisma.

Dos días después de haber cumplido 14 años, Pancho recibió una noticia que cambió su vida sustancialmente: sus padres, María Olarticorechea y Anaut Portsucaxá habían fallecido a causa de un choque del coche que los trasladaba a ellos y a un par de militantes independentistas más hacia Madrid. Nunca se pudo comprobar si la tragedia fue accidental o un golpe planeado; lo cierto es que desde ese momento el joven Pancho, como se lo conocía en las veredas de Bilbao, tomó protagonismo y siguió el sendero de liberación que tantos años había recorrido su familia. En tan sólo cuatro años ya había formado y presidido el Movimiento Juvenil Nacionalista Vasco, a través del cual su carisma lo catapultó a la fama en su región.

Cuando cumplió veinte años, y ante las continuas negativas del gobierno español a ceder la independencia a Euskadi, Pancho decidió recorrer otros países y valerse de otras experiencias que lo ayuden a planear una estrategia para llevar a cabo su tarea, la que consideraba la razón de su existencia. De esta manera, Pancho Portsucaxá emprendió un viaje que lo llevaría a conocer a grandes personalidades y fascinantes vivencias. Quedará para la posteridad la anécdota de su llegada en junio de 1955 a México, en dónde se asentaría en una pensión lindera a la casa en dónde residía un tal Ernesto Guevara, apodado "el Che". Si bien Pancho había oído algunas historias acerca de movimientos de liberación, bastaron un par de semanas para que se hagan frecuentes en el bar del barrio, entre discusiones acerca del imperialismo y de los planes de expansión norteamericanos y su apoyo al régimen franquista. Los primeros días de Julio, Fidel Castro, recién llegado de la Cuba apaleada por la cruel dictadura de Batista, conoció a Pancho y al Che, y unos días después les ofreció participar del "Movimiento 26 de Julio", el cual presidía y tenía como objetivo derrocar a Batista. Guevara entró como médico, mientras que Pancho decidió mantenerse al margen para no confundir su rumbo, sin embargo, se ofreció como colaborador en los planes del movimiento y de sus representantes. Fueron meses en los cuales decidió la forma de su lucha y definió sus ideologías. Llegó a hacer grandes amigos y a adentrarse mucho mejor en sus ideas revolucionarias, siempre manteniendo su perfil libre y desvergonzado, características que sus camaradas cubanos resaltaban y admiraban de él. La primera semana de junio de 1956, Pancho emprendió su vuelta a Europa, despidiendose de los integrantes del movimiento, que serían arrestados por la policía mexicana algunos días después por planes conspiratorios. Años después Pancho festejaría la Revolución Cubana llevada a cabo por sus compañeros, quienes lo recordarían siempre con cariño.

La segunda parte del año 1956 encontraría a Pancho Portsucaxá en Budapest, capital de la por entonces Hungría dirigida por un gobierno estalinista. Se asentó en un barrio de estudiantes, cerca de la universidad, en dónde bullía un gran descontento con las decisiones provenientes del gobierno del Partido Comunista. Una vez más pudo con rapidez hacerse de amistades que enriquecerían su experiencia y que, a su vez, serían enriquecidas por la suya. El pueblo húngaro latía bajo el mismo compás, bajo el mismo ideal. Pancho permaneció solo 4 meses en Budapest, marchandose a mediados de octubre. Una semana después de su partida, el pueblo húngaro salía a las calles a manifestarse, en una revolución que fue duramente reprimida por el Partido Comunista y donde las fuerzas policiales se llevarían la vida de tres mil civiles.

Recorrió, durante dos años más, todo el continente europeo y parte del norte africano. A cada lugar al que iba accedía a nuevas formas de expresión y en todos se destacaba por sus ya dichos atributos de carisma y desenvoltura. Al fin volvió a su país el día de su cumpleaños número 24, recibido por sus hermanos con una gran fiesta.

Durante los siguientes años, Pancho militó activamente en el Partido Nacionalista Vasco, llegando a ser una figura pública de gran envergadura y muy querida por el pueblo vasco. En 1969, para confirmar la tendencia ascendente de su personalidad, fue llamado a la Casa de Gobierno Madrileña a pedido del mismísimo Francisco Franco, invitado a participar de una reunión para "limar asperezas". Dicen quienes presenciaron tal reunión, que Pancho Portsucaxá no aceptó ninguno de los términos de relativa apertura que le ofrecieron, y que durante toda la reunión paseó continuamente por la sala, haciendo que los casi treinta asesores del gobierno lo sigan con la vista. Al conocerse este hecho, surgió la moda de decir que alguien era "como Pancho Portsucaxá" cuando rondaba sin vergüenza por algún lugar extraño, o si se movía con mucha desenvoltura en cualquier circunstancia ajena. Con el paso del tiempo y el traslado a otras regiones del mundo, la frase mutó a "Como Pancho por su casa", denotando las mismas singularidades en una persona.

Pancho murió de un paro cardíaco en 1978, un año antes de la firma del Estatuto de Gernika, del cual fue artífice indiscutido y en el cual se plasmaron muchos de los reclamos que llevó a cabo durante toda su vida. Hoy el pueblo vasco sigue peleando por su independencia absoluta, y cada vez que se nombra a Pancho Portsucaxá, o se dice "como Pancho por su casa", en algún rincón del cielo se prenderá una luz que ilumine el sendero de lucha y revolución.




Pancho Portsucaxá
1935-1978
QEPD

1 comentario:

Anónimo dijo...

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