viernes, 8 de octubre de 2010

El baño como centro de cultura

Pocas veces este humilde matasanos se dedica a la escatología. No por pacato, tampoco por repulsión, mucho menos por tilinguería. Ocurre que no encuentra fácilmente la forma de presentarla con elegancia. Dirán algunos que, justamente, querer presentar la escatología con elegancia es de pacato, repulsivo y tilingo. Bueno, no nos detengamos en nimiedades discursivas. Digamos que soy pacato, digamos que soy repulsivo, digamos que soy tilingo... (digamos, así como supositorio)

Como lo indica el título, vamos (ven, esta es una estrategia para buscar elegancia) a reducir esta nota a un pequeño espacio... basta de usar cronotopo a la ligera... digamos espacio. El baño es normalmente el espacio más reducido de una casa, el más apretado, el más íntimo. No por nada, allí entramos solos... aunque no es una regla tan inflexible y existen numerosas razones por las cuales se comparten los baños... no importa, eso no nos interesa (por ahora). Volvamos, vuelvo a la idea de la intimidad. En el baño pasamos nuestro tiempo a solas, con nuestros pensamientos, nuestras fantasías, nuestros deseos secretos (no que en otros lugares no lo hagamos, pero el baño se presta a eso). Casi no me animo a decir que el baño es un lugar primordialmente filosófico. Imagino que Descartes, Kant, Derrida y José Pablo Feinmann habrán pensado bastante en sus respectivos toilets.

Pero no sólo a la posibilidad del pensamiento invita la soledad del cuartito. Hay quienes allí leen (y me cuento entre ellos). Algunos se llevan el diario del domingo... o del sábado, o del día que lo compren... nunca me resultó simple pasar las grandes páginas de los periódicos sentado en el inodoro, pero algunos tienen mayor capacidad y lo hacen sin problemas; otros, argumentando la liviandad de la lectura, se llevan revistas (las selecciones del Reader's Digest, la Viva, 7 días, Gente, etc.); los menos se dedican a la literatura... los más optan por cuentos cortos, pero hay quienes se le animan a novelas. Conozco incluso personas que no contentas con sólo pensar, portan libros complejos como Del sentimiento trágico de la vida de Unamuno, o las obras completas de Sigmund Freud. Estas últimas suelen ser sujeto de protesta de sus respectivas familias, apuradas por cepillarse los dientes o lavarse la cara.

¿Quién no ha cantado en la ducha? Que arroje la primera piedra quien esté libre de pecado... Todos cantamos en la ducha... y lo peor es que allí se produce un engañoso efecto que mejora nuestra voz increiblemente. Son varios los factores: el eco que se produce por lo reducido del espacio, la humedad (especialmente en invierno, cuando más vapor se produce por el agua caliente), el mismo ruido del agua cayendo que atempera nuestros gritos. En fin, en la ducha todos nos creemos Sinatra... sólo para descubrir la triste verdad de nuestra horrible voz de batracio al salir cantando del baño y encontrarnos con un zapato volando en nuestra dirección.

Llegado a este punto podrán decir que estoy exagerando... es posible, suelo exagerar, me gustan las hipérboles, y así es que transformo toda pequeña ocurrencia en una gran teoría que no se sostiene ni en lo más mínimo y ante la primera refutación cae como torre golpeada por avión (¿es válida esta comparación, o debo esperar algunos años más para usarla?).
Al final, no salió tan escatológica la nota... creo que salió demasiado tilinga, pacata. Tratemos de revertirlo incluyendo palabras soeces:

culo
pito
caca
revolución productiva

Doctor Seisdedos (lector in bagno)

martes, 14 de septiembre de 2010

Me contó un pajarito...

Pocas veces en lo cotidiano de nuestros días somos concientes de las frases hechas que reproducimos. Ignoramos no sólo su origen, sino también su verdadero significado. Sin embargo, el análisis de los hechos y las circunstancias que dieron vida a lo que creíamos naturalmente nuestro puede hacernos personas más sabias y, de alguna manera, seres mejores.

El Rincón del Gordo Morcilla se enorgullece en presentarles, una vez más, la historia detrás de los refranes o dichos populares. En esta ocasión estudiaremos a la afamada expresión “me (lo) contó un pajarito”, que en el imaginario social es utilizada para hacerse el boludo y dar a entender que determinada información nos fue transmitida por algún sujeto que prefiere mantenerse en el anonimato.

Corría abril de 1950 cuando en la ciudad de Trenque Lauquen, provincia de Buenos Aires, Doña Raquel Monasterio de Monteagudo daba a luz al último de sus cinco hijos varones: Victorino Monteagudo. El niño se destacó desde sus primeros meses por su notable inteligencia y su rapidez a la hora de resolver cualquier tipo de planteos cotidianos. Desarrolló tempranamente el habla y a partir de entonces hizo uso (en ocasiones exagerado) de esa habilidad.

Tuvo una infancia alegre en el pequeño poblado ubicado al sur del territorio bonaerense, adonde poco a poco iba haciéndose conocido por su extroversión y sus destrezas en el campo de la sociabilidad. Cuando el joven Victorino transitaba la adolescencia ya toda la ciudad sabía de él y su reputación era pública. Y fue justamente eso, su reputación, lo que lo haría dar el salto definitivo hacia la memoria colectiva de todos.

Victorino Monteagudo era conocido por ser la persona más chusma de la región. Y no sólo eso: sino, sobre todo, por la calidad, la confiabilidad y el detalle que cada uno de sus cotilleos presentaba. Cada rumor de infidelidad, cada escándalo público y cada acontecimiento de la vida privada de todo habitante de Trenque Lauquen (e incluso de los poblados cercanos), Victorino lo sabía antes. Y lo sabía mejor. Incluso aquellos borrachos que, habiéndose olvidado lo qué habían hecho la noche anterior, iban a preguntarle a él, que con toda precisión podría informarle de sus acciones.

En el pueblo lo apodaron “el pájaro”, dada su pequeña contextura física y la rapidez con la que se iba ‘volando’ a contar el chisme del momento por todo el pueblo.

Poco a poco Victorino se daba cuenta de que su lugar en el mundo era éste: el de alcahuete, bocón, cuentero, botón, vigilante. Y no le importaban las burlas y los agravios, ni en su lejana niñez le habían causado molestia alguna, allá cuando era golpeado por sus hermanos luego de contarle a papá y mamá que Franco estaba fumando, que Raúl andaba de novio o que Mario se había rateado de la escuela.

Así fue que Victorino, en 1973, dos años después de mudarse a la Capital Federal, fundaba su primer revista de chimentos, “Lo que pasa”, Biblia del rumor farandulero. Rápidamente las ventas se propagaron y sus productos se multiplicaron y diversificaron: más revistas, transmisiones radiales y, eventualmente, programas de televisión. Su figura era ampliamente reconocida en el ámbito del espectáculo: los famosos lo interpelaban para conocer la última noticia al tiempo que se cuidaban de no soltarle nada, sabiendo que una vez que el Pájaro Monteagudo se enterase de sus secretos, sería imposible detener el avance del rumor.
Durante casi dos décadas, Victorino Monteagudo fue admirado por muchos, detestado por otros tantos y respetado por todos. En los altos círculos del espectáculo porteño quienes se enteraban de algún rumor y no querían responsabilizarse por el, decían que “se los había contado el pájaro”. Poco a poco la expresión fue extendiéndose y terminó por usarse el “me lo contó un pajarito” cuando determinada información provenía de una fuente externa cualquiera.

Pero es sabido que la luz de los reflectores y los aplausos no garantizan la felicidad. Victorino, llegando a sus cuarenta años, se sentía sólo entre las personalidades de la alta sociedad capitalina. Extrañaba el aire de pueblo, la relación entre vecinos, los chusmeríos familiares. Tal vez fue motivado por estas emociones cuando aquel memorable 5 de agosto de 1989 Victorino Monteagudo vendió todas las acciones de su imperio mediático y volvió a Trenque Lauquen, su amada ciudad natal.

Hoy, a los 60 de edad, casado y padre de dos hijos (ambos relacionistas públicos), es prócer ineludible de los reporteros, paparazzis y demás chusmas que colman las tardes de los programas de televisión abierta y las tapas de las revistas con mayor tirada. El legado de Victorino “el Pájaro” Monteagudo está presente todo el tiempo: cuando nos enteramos del nuevo romance de Ricardo Fort, cuando nos impacientamos por saber cuánto tiempo de cárcel le darán esta vez al Pity Álvarez y cuando un amigo nos dice “no sé, a mi me lo contó un pajarito”.



Victorino "el pájaro" Monteagudo

1950-

domingo, 18 de julio de 2010

Juguemos al Monopoly

¡Juguemos al Monopoly! dijo N... agitando los brazos y dando pequeños saltitos de liebre alrededor de la habitación.
¡Pero yo soy Clarín, eh...! -contestó E... –que no conocía el juego porque era muy chica.
¡Así no se juega! –interrumpió uno de los hijos de M... y V...–. Los demás chicos rieron a carcajadas.  Entonces N..., –que no era el mayor, pero aun así era el líder– tomó la palabra y puso orden.
— Como E... es chiquita –dijo– y no sabe jugar, por hoy es mantequita y juegan juntos con R...
R... protestó, diciendo que a él no le gustaba jugar con su hermana menor, porque al tener que explicarle a ella se desconcetraba y perdía siempre. Además era más probable que ella aprendiera más mirando como jugaban los demás que viendo lo que hacía una sola persona.
Aunque el argumento de R... tenía lógica, a N... le pareció mejor que los hermanos jugaran juntos, y todos sabían que lo que decía él debía hacerse sin discutir. Sin embargo, R... no quería aceptar de buen grado y logró sellar un pacto con el líder. Dijo que jugaría con su hermana sólo si N... aceptaba que en el caso de ganar, él se transformaría en el nuevo regente del grupo.
N... no tuvo más remedio que aceptar, para demostrar su grandeza y a sabiendas de que la hermana era un factor de desventaja muy grande para R...
Los siete sabandijas se sentaron alrededor del tablero: R... y E... juntos en una esquina y H... –el primo de ellos– a un costado; en la otra punta se ubicó T... (el lugar antes le correspondía a J..., pero hacía unos años que se había mudado y ya no se veía casi nunca con los demás). También estaba allí B..., el hijo de los M... y V... La posición de privilegio, por supuesto, la ocupaba N... y al lado de él se sentó tímidamente C... (los otros sospechaban que a C... le gustaba N..., pero ella no lo admitía).

Aunque las reglas del juego exigían que la elección fuera dejada en manos del azar, el grupo permitía siempre que el papel de banquero lo ocupara N... Al fin y al cabo, aunque no ocupara tal posición, cualquier disputa que surgiese sería resuelta a su juicio y antojo. Una vez investido, N... repartió el dinero que correspondía a cada uno y alcanzó el dado a H... para que lanzara el primero (una vez más, nadie se atrevió a indicarle que la elección del primer participante debía ser puesta a consideración de la suerte).

Después de más de dos horas de juego, todavía no se había resuelto quien sería el ganador, sin embargo, todo apuntaba a la pareja de hermanos. R... se encontraba realmente contento y no dejaba de repetir que, a pesar de tener la carga de enseñarle a su hermanita, por primera vez ésto no iba a significar su ruina. N... estaba claramente contrariado con la suerte del juego y no podía entender como era que el más desfavorecido (por su propia decisión) era quién lideraba. No obstante, mantenía las apariencias y no dejaba ver su descontento, pensando que tal vez la suerte cambiara de un momento a otro.

A solo un movimiento de ganar R... tomó el pequeño cubito blanco y lo batió dentro de la cueva formada por sus dos manos enfrentadas. Sopló una vez y soltó el dado que rodó casi hasta el otro lado del tablero y fue parar justo al lado del pie derecho de N...

— ¡Seis, seis, seis, seeeeeeeeeis! –alentaba R... mientras el azar rodaba por el suelo–. –¡Seeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeis, gané, gané, gané!– El chico se había levantado y saltaba alrededor de la habitación enloquecido por su victoria y abrazaba a su hermanita que todavía no podía terminar de entender cómo era que había ganado. El resto no salía de su asombro y esperaba la reacción de N..., que continuaba revisando mentalmente cómo había sucedido semejante tragedia. Era la primera vez que alguien le ganaba en un juego y no podía soportar el sabor de la derrota.

En el momento en que N... iba a declarar la anulación de la victoria de R... argumentando que él había cometido un error involuntario y creyendo que su decisión no iba a ser refutada, unas palabras cayeron sobre su cuerpo como un baldazo de agua fría. R..., sentado en el gran sillón de la sala –que a los ojos de todos era ahora un trono real dictaminó:
— ¡De ahora en más el que toma las decisiones soy yo!  


domingo, 13 de junio de 2010

Consejos útiles para comportarse como se debe en la mesa de Mirtha Legrand

¡Estoy con el campo!
Pierre Bourdieu

Ahora que estamos en clima mundialístico, y que todos (¿todos?) olvidan sus desesperanzas, sus temores, sus preocupaciones; ahora que judíos y cristianos comparten... sí, señor prejuicioso y malpensado, los judíos también comparten; ahora que los diputados se toman un mes de vacaciones (es cierto, siempre buscan alguna excusa para no sesionar: el mundial, el verano, las elecciones, el frío, la ausencia del partido contrario en el recinto); ahora que en el Rincón del Gordo Morcilla hemos llegado ya al tercer año de intrascendencia en este mundo virtual. Ahora. Sí, ahora es el momento de ponernos serios y hablar de cosas que le importan a algunos, a ninguno, a la mayoría y a las minorías, a oficialistas y a opositores, a los de derecha y a los de izquierda... a todos y a todas.

Por eso, y a raíz de sus numerosas consultas, queridos lectores... llega una nueva entrega de la columna que es coreada en los estadios de fútbol, en las piletas de natación, en las pistas de carrera, en las canchas de golf, en los courts de tenis; y también en las unidades básicas y en los comités. Con ustedes un nuevo compendio de...

Consejos útiles para personas inútiles

Hoy: Consejos útiles para comportarse como se debe en la mesa de Mirtha Legrand

Quién más, quién menos ha aspirado al éxito, en cualquier ámbito de la vida: sea en la política, en el deporte, en la actuación, en las artes plásticas, en la literatura, en la economía, en la música o en la compra-venta de autopartes robadas. En este país, y desde hace ya demasiados años, muchos han pensado y han defendido públicamente que asistir al programa de la señora Rosa María Juana Martínez Suárez (a.k.a. Mirtha Legrand) es una consagración del éxito alcanzado. Aunque podamos discutir el status de ser invitado a dicha emisión televisiva con argumentos tan valederos como que a dicho programa también asisten felinos intrascendentes, maquilladores de turno o piqueteros devenidos en kirchneristas... no entraremos en tan profundas reflexiones y aceptaremos la premisa que tanto se encarga de repetir su conductora: "este programa trae suerte".

Ya acordado el hecho de que es valioso asistir a almorzar con la señora, encargamos al equipo de redacción  del Rinconcito una lista de consejos destinados a aquellos que hayan sido elegidos por el destino para concurrir:

1- La ubicación es primordial para poder hablar y por consiguiente obtener mayor beneficio de la asistencia. Procure siempre conseguir que la producción lo siente lo más cercano a Mirtha posible. Es más factible conseguirlo cuanto más irrelevantes sean los demás invitados. (No es lo mismo si lo invitan junto a Joan Manuel Serrat que si lo hacen junto a Facundo Pastor).

2- Haber conseguido un buen lugar todavía no le comporta una participación importante. Debe intentar hablar en todo momento y no dejar que la señora lo interrumpa. De ser necesario puede recurrir a medidas extremas: subir el tono de voz ante posibles interrupciones, ademanes de cortesía que indiquen la importancia de sus palabras. Jamás deje en evidencia que le jode la interrupción, pero asegúrese de que sus ideas puedan ser expresadas en su totalidad.

3- Procure comer algo antes. Es muy probable que terminen sirviéndole un Roll de salmón con extracto de agua de té verde y mixtura de vegetales (Lo que es: un minúsculo trocito de salmón salpicado por una sustancia verdosa de dudosa existencia y 1/4 zucchini y 1/3 de zanahoria austríaca cortadas en juliana). Obviamente, no se puede repetir... ni tampoco decir: "¿No tenés una milanesa con fritas, che?

4- Afanarse los cubiertos está mal visto.

5- Si le toca en la misma mesa que un político, deje de lado los chistes alusivos. Suelen ser de mal gusto y lo van a dejar mal parado con el público.

6- Intente asegurarse una mini actuación al final del programa... eso le dará un toque extra de protagonista. No se angustie si usted tiene una profesión que no pueda demostrar ningún hecho (ejemplo: político), puede decir que canta, hace magia (los políticos debieran evitar esto para no generar posibles comparaciones), o toca la guitarra (a Rafael Bielsa le sirvió... ¿alguien se acuerda de Rafael Bielsa?). Si es mujer puede llevar un vestido escotado o una falda y esperar que la inviten a desfilar... (si es una mujer fea, evite este intento, el tiro puede salirle por la culata)

7- No es muy recomendable intercambiar (en cámara) el reloj que le ha tocado por el que le tocó a Julio Bocca, procure hacerlo cuando hubo finalizado el acto.

8- Si no ha logrado protagonismo en todo el programa y ya no tiene ningún tipo de escrúpulos puede levantarse violentamente de la mesa al grito de: ¡Vieja gorila! ¡vieja gorila! y marcharse sin más. Al otro día  (y hasta quizás durante una semana entera) tendrá prensa en los incontables programas amarillistas. Es obvio que los lamebotas intentarán defenestrarlo, pero a usted le supone una publicidad gratuita y debe saber aprovecharla y convertir lo negativo en positivo.

9- No hable del marido de la señora, ni de la homosexualidad de su hijo, ni pregunte por qué su hermana melliza tiene tantas arrugas en la cara.

10- No hable con la boca llena, y siempre esté atento a no llenarla cuando tiene chances de hablar.

11- Pídale a todos sus conocidos que manden mensajes al programa para generar la impresión de popularidad. No abuse, o se notará el artilugio.

Hasta aquí los consejos que nos acercan los miembros de la redacción... quedará en ustedes ponerlos en práctica y contarnos sus resultados. El Rinconcito del Gordo Morcilla no se responsabiliza por su uso indebido, ni por obtener resultados adversos.

Doctor Seisdedos,
Consultor político, asesor de imagen y marketing. 

lunes, 31 de mayo de 2010

De la vida burguesa (1)

A través de la historia, las clases económicamente favorecidas han tratado de diferenciarse constantemente del vulgo y de asimilarse cada vez más a estándares propios de otras clases culturalmente superiores (que paradójicamente también han tratado de distanciarse de las anteriores, las cuales podían tener plata, pero eran grasas).

Este proceso puede verse claramente graficado en el ámbito del deporte. Allá por los comienzos del siglo XX, por ejemplo, el fútbol en nuestro país era un espectáculo típico de la familia de las clases media-alta y alta, las cuales concurrían a las gradas de los estadios a observar a veintidós caballeros (propietarios y profesionales) revolcándose en el lodo con el objeto de patear una pesada pelota de cuero. Poco a poco, el deporte fue adquiriendo popularidad, y las clases medias y bajas empezaron a encontrar en el fútbol un entretenimiento viable (el fútbol, además, no requiere grandes requisitos para jugarse). Con esta invasión del pueblo, los ricos no tuvieron más opción que huir del olor a choripan y a vino tinto para refugiarse en deportes en donde la lacra popular aún no hubiera llegado. Recurrieron al tenis, al rugby y al hockey, entre otros. Estos juegos, no obstante (y sin llegar a equiparar el fenómeno del fútbol), también fueron haciéndose paulatinamente populares y vieron entrar a sectores de la clase media a su territorio, por lo que una vez más los ricos tuvieron que escaparse a nuevas modalidades: deportes náuticos, etc.

Podría estar hablando de estas reacciones durante tres horas (lo cual no sería bueno para nadie); sin embargo mi intención es la contraria: demostrar la que hasta ahora ha sido una de las excepciones a la regla. Es decir, hablar de las características del deporte que nunca ha llegado a ser ni medianamente popular, y en el que las destacadas clases altas pueden sentirse seguras desde hace más de un siglo: el polo.

El polo es un deporte en el que ocho oligarcas (cuatro por equipo) se montan en caballos especialmente criados para la competición, y al trote tratan de meter una pequeña pelota por un arco, pegándole con un palo largo que llega hasta el suelo, parecido al de crocket. O sea, es igual a todos los deportes, pero con caballos. El juego en sí es aburridísimo, y el hecho de que cada vez que un jugador pierde la pelota tenga que girar 180º con los caballos no lo mejora en absoluto. No es difícil imaginarse por qué este juego se practica sólo en pequeños círculos de algunos países.

Un tema polémico del polo es el uso de los caballos. Los mismos están sometidos a arduos entrenamientos por los que muchas veces mueren. Además, el hecho de que valgan tantos miles de dólares y que estén metidos en un deporte que se juega entre personas de altas rentas, los hace proclives al envenenamiento por parte de los equipos rivales. De más está decir que la misma gente que se entretiene con el juego del polo, probablemente frunza la nariz y reclame por los derechos de los animales cuando vea pasar un carrito de cirujas tirado por un caballo.
Pero mientras los competidores (y sus respectivos jinetes) se esfuerzan en el campo de juego, la verdadera acción transcurre al margen de este, en las plateas. Allí se llevan a cabo grandes ventas de propiedades, intercambios de vehículos, acciones y negociados de hijas y primogénitos. El referee, que cabalga también por el campo de juego, pispea constantemente los palcos, saboreando de antemano la jugosa propina que le quedará por prestar sede a los negocios.

[ El pato, por otra parte es un juego muy parecido, en el que en vez de pelota se usa un símil de ave hecho de madera y plumas y se lo trata de introducir por aros verticales. Al igual que el polo está restringido a clases altas y por razones totalmente entendibles es el deporte nacional de Argentina. ]

Podría gastarme en hacer una larga y poco graciosa lista de consejos (por nadie requeridos) para hacer del polo un deporte con más arraigo popular. Podría proponer subsidiar la cría de caballos y trasladar el deporte a clubes de barrios y de ciudades del interior del país; o impulsar una banda de cumbia que cante acerca del deporte (a la que podríamos llamar “Polo vago” o “Yegua brava”); o incluso exigir al estado la compra de los derechos de retransmisión de los partidos: “Polo para todos”. Pero la verdad no vale la pena. Si la gente nunca ha salido de los barrios corriendo hasta San Isidro, debe ser por alguna razón. Hay veces en que el millón de moscas no se equivocan.

sábado, 24 de abril de 2010

Serie: Los Juegos del Ayer. El ta-te-tí

Los juegos infantiles son los culpables de la mayor parte de las alegrías de la vida, o por lo menos eso aseguran algunos círculos de eruditos. Imaginación pura o actividades casi totalmente desprovistas de objetos necesarios para practicarlas forman parte de la cotidianeidad infantil.
Fue mi intención intentar recordar alguno de aquellos juegos de la infancia y sus características principales, porque como dicen por ahí: todos llevamos un niño interior adentro nuestro.

Recordarán los más memoriosos la iniciación de esta columna allá por el mes de septiembre de 2008 y que tuviera su continuación en sucesivas entregas publicadas a intervalos regulares. Luego de una exhaustiva investigación dentro de los recovecos de la memoria infantil (dignos estos laberintos de esconder sendos minotauros) di con un juego que no por simple ha sido olvidado por las generaciones modernas, tan adeptas a la playstation, la x-box y el sorteo del loto 5.

Ta te tí
Poco es lo que se guarda en los viejos archivos sobre el tatetí, también conocido como tres en línea, tres en raya, el juego del gato, triqui, tres en gallo, michi o la vieja. Como la mayoría de los entretenimientos de este tipo, han sido transmitidos generación a generación por vía oral o telepática.

Este redactor ha podido dar solamente con una historia referida al juego, aunque faltaban algunas partes en el pergamino, muy probablemente a causa de la poca preocupación en su cuidado. A continuación transcribimos lo que fuera encontrado en el tomo 5º del "Compendio de Actividades Lúdicas" conservado en el Archivo General de la República Cooperativa de Guyana:

"...los negros. En la región sur de Irán fueron encontradas inscripciones en piedra que parecen seguir el patrón de un juego de tatetí, con sus características cuadrículas, círculos y cruces. Algunos investigadores, sin embargo, aseguran que las marcas en los muros son antiguos cálculos matemáticos persas (...) también hay datos del antropológo serbio Dimitri Tadic que asegura haber escuchado a un narrador oral contar una historia en la que dos reyes confiaban el destino de una región al mejor de 7 partidas de un juego conocido como кругова и прелази  (círculos y cruces). Los detractores de Tadic acusan al serbio de haber fabulado dicho encuentro a fin de encubrir una cuantiosa suma otorgada por el gobierno para realizar investigaciones  secretas en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
(...) 
en América, su introducción fue tardía, traída por los inmigrantes españoles, italianos, franceses y demás europeos quiénes a su vez los habían heredado de sus antepasados romanos. Los romanos lo llamaban terni lapilli ("tres piedras"), dada su característica de jugarlo con tres piedras por particpiante en vez de marcas en el tablero.
(...)
Quien escribió esto,
Alvar Fanez Montrei, Anno MDCLXXIII, a días X de Maio. Barçalona"

El pergamino no revela mayores indicaciones, sin embargo, pueden reconstruirse algunas hipótesis:

1- La veracidad del documento es sumamente discutible. La fecha indicada en el explicit no concuerda con las referencias a la Segunda Guerra Mundial, ni con la mención de la inmigración europea hacia América.
2- El hecho de que se trate de un pergamino, si tomamos la fecha mencionada de 1673, es incoherente. Para esa época ya existía el papel y la imprenta (que fue desarrollada a mediados del siglo XV), lo que supondría una anacronía el uso de un pergamino.
3- Los investigadores que han tenido en sus manos el documento, aseguran que el estilo de letra y la sintaxis son propiamente modernas, contra lo que indicaría la fecha en el explicit. Un copista medieval o renacentista no utilizaría la frasística que se encuentra en el pergamino.
4- Por lo tanto, la hipótesis es que se trata de un documento apócrifo muy mal confeccionado.

Llegado a este punto, lo más acertado fue intentar una descripción aproximativa al juego del tatetí, dejando de lado la incomprobable procedencia histórica y centrándose en material empírico.

Participantes
El número ideal es el de 2 jugadores. Aunque hay algunos datos de competencias entre 3 o más participantes, llegando incluso a desarrollarse en Islandia un partido entre dos equipos de 16 integrantes cada uno. Los mismos iban turnandose un movimiento cada uno. Sin embargo, se comprobó que era sumamente difícil llevar el registro de a quién tocaba el turno luego del movimiento 132 (es preciso notar que se jugó en la variante romana, explicada más abajo).

Objetos
– Tablero o área de juego (ver posibilidades más abajo)
Piezas (sólo en la modalidad romana)
Biromes, marcador, fibra, tiza, carbón, ladrillo, ramitas, caños, etc (en la modalidad círculos y cruces y dependiendo del material del tablero)

Modalidades
Básicamente existen dos tipos de tatetí:

Romano: (de origen romano, por eso su nombre) en éste, el tablero consta de 9 puntos equidistantes, tal como se ve en la imagen. Ambos jugadores tienen 3 piezas cada uno (piedras, bolitas de papel, tapitas de cerveza, etc.) que irán colocando por turnos hasta completar las 6 y luego moverán hasta que uno de los dos logre formar una línea. Ése será el ganador del juego.

Círculos y cruces: en ésta modalidad el área de juego representa un cuadrícula con nueve espacios. La superficie del tablero puede ser un papel, una roca, una vereda, mesas, paredes (las madres suelen enojarse en estos últimos casos). También puede hacerse en la arena o tierra, marcando surcos con un palito. Hay quiénes han intentado jugarlo en el agua, pero en el líquido es imposible hacer surcos estables (a menos que se juegue con Moisés). Luego de marcado el tablero, los participantes harán sus marcas (usualmente círculos y cruces) por turnos. El que logre engañar a su contrincante y hacer una línea será el vencedor. Nota: este tipo de tatetí suele terminar en empate, lo que para algunos representa una desilusión luego del tercer partido.
Números
Existen 765 posiciones esencialmente distintas y 26.830 partidas posibles en la modalidad círculos y rayas.

Variantes
Existen posibilidades para hacer de este juego más atractivo en personas mayores a 12 años, aumentando, por ejemplo el tamaño del tablero, o incluso es posible idear un ta te tí tridimensional, aunque resulta complicado, quizás, jugarlo, dada su imposibilidad de apoyarlo en una superficie (lo que obstaculizaría el casillero central inferior).
Se han desarrollado también versiones informáticas del juego, permitiendo a las principiantes practicar contra la computadora antes de enfrentarse con jugadores más experimentados.

Algún filosofero, predicador, sofista, aforista o vendedor de cosméticos podrá expresar, con intenciones de darse aire de superiores que "la vida es como un ta te tí, mientras la mayoría tarda años en lograr una línea recta, el gran número de partidas termina en empate."

Doctor Seisdedos, 
Jugador y ex-niño.

viernes, 9 de abril de 2010

El Consultorio del Dr. Vázquez (II)

El Dr. Vázquez daba vueltas por su consultorio. Revisaba una y otra vez cada recoveco de la habitación. Miró debajo del diván, entre los almohadones de su sofá y atrás de cada libro de su amplia biblioteca. No podía encontrar su billetera. Había gritado a su secretaria que no lo moleste e incluso ordenó que le cancele una sesión a un paciente. Odiaba cuando las cosas se le perdían, y aún más el hecho de perder las ganancias de toda una semana.
A eso de las seis, cuando ya iba por su cuarta revisión de los sacos colgados en el perchero, su secretaria abrió tímidamente la puerta y en voz baja le informó que su próximo paciente estaba esperando ser atendido. Vázquez decidió rendirse e indicó a la secretaria que haga pasar al hombre.

Momentos luego cruzaba el umbral de la habitación un personaje particular. Alto, delgado y con cara juvenil, mostraba el encogimiento de quien llega por primera vez a una sesión de psicoanálisis. Vestía unos gastados jeans de corte clásico y un buzo a rayas blanco y rojo. El mismo diseño tenía también el gorro de lana que traía en la cabeza, a pesar de los treinta grados que había en el ambiente. Usaba anteojos y traía colgando diversos objetos típicos de un mochilero: una riñonera, una mochila con una colchoneta enrollada encima, una cantimplora y demás instrumentos de supervivencia.

El Doctor estiró la mano para saludarlo.
-Buenas tardes, soy el Dr. Amadeo Vázquez, usted debe ser...
-Wally, sólo Wally. Perdone que venga de esta manera tan desprolija, es que acabo de llegar a la ciudad, y no tuve oportunidad de dejar las cosas.
-No hay problema, señor Wally. Por favor, tome asiento.

El paciente ordenó sus pertenencias prolijamente a un lado del diván y lentamente se recostó en el.

-Bueno, señor Wally, dígame: ¿qué lo motivó a venir esta tarde?
-Es complicado.- respondió Wally- No sé si su secretaria le contó mi historia. He pasado los últimos veinte años de mi vida viajando. Desde que cumplí dieciocho años y decidí ir a explorar el mundo, nunca he pasado más de unas semanas en el mismo lugar...
-¡Un aventurero!- exclamó el Doctor – Supongo habrá visto muchos de los lugares más lindos del planeta.
-Sí, miles.- suspiró apesumbrado el paciente- Las pirámides de Egipto, el Taj Mahal, la Muralla China, los Alpes, el Caribe, el Polo Sur... incluso viajé por otras eras de la historia con una máquina del tiempo que encontré por ahí. -Wally tomó un trago de agua que el doctor le había servido.- Pero ahí está el problema: ¡no doy más! Los últimos cinco años he avanzado por inercia, no soporto más la idea de otro pueblo, otra plaza, otro hotelcito, otro camping...
-Discúlpeme- interrumpió el doctor- pero en un principio, ¿cuál fue el motivo que lo llevó a emprender su viaje? ¿Qué era lo que buscaba allá afuera que no tenía en su vida?
-Y... Me encantaba perderme. Perderme en las multitudes. No había nada para mí más placentero que la sensación de riesgo que significaba no saber muy bien donde estás y no conocer a nadie quien pueda facilitarte las cosas. A veces pasaba días solo caminando por lugares sin saber siquiera el nombre del poblado en el cual estaba: tomaba fotos, miraba a la gente, caminaba junto a mi pequeño perro.
-Y hoy siente- continúo el doctor- que la diversión se ha ido. Que ya no hay nada afuera que pueda darle ese placer que con tanto ahínco persiguió. ¿Es así?
-Más o menos.- dijo Wally, e hizo una pequeña pausa- No me malinterprete: aún me sigue gustando la emoción de lo nuevo, el riesgo del anonimato en medio del gentío. Pero estoy envejeciendo. Tengo casi cuarenta años, y no tengo nada. Sólo a mi perro, el cual ya está viejo y cansado de caminar. Incluso mi novia, Wanda, la cual tenía mis mismos sueños, se cansó hace unos años y me dejó por el dueño de un camping en Machu Picchu.
-¿Y su familia?- inquirió el doctor.
-Nunca nos llevamos bien... Volver a la casa de mis padres no es una posibilidad. No somos compatibles: mi madre es una maniática del orden y mi padre tiene agorafobia.
-Bueno, entonces está claro, ¡siente cabeza!- exclamó Vázquez- Consiga un trabajo, búsquese un departamento, y empiece una vida normal.
-No crea que no lo he intentado. Más de una vez he empezado una vida burguesa. Incluso una vez compré muebles y algunos libros. Pero tarde o temprano el encierro me aterra. Termino siempre tomando la mochila y huyendo a mitad de la noche.
-¿Huyendo de quién? ¿Huyendo de qué?
-No lo sé. De mí mismo, tal vez. De la vida moderna, de los estándares.
-Me parece que es por ahí, señor Wally, usted le tiene miedo a ser categorizado, etiquetado como alguien fijo, predecible. –el doctor se incorporó en su asiento- Prefiere el anonimato, que nadie sepa nada de usted, ser visto sólo una vez.
-Sí...
-Pero usted debe entender- continuó el doctor- que mientras usted siga a su corazón, y persiga sus deseos, como lo hizo aquella vez hace veinte años cuando dejó la casa de sus padres; mientras usted no obedezca a otra ley que la que usted mismo se impone, nunca será un estereotipo. Señor, recuérdelo: puede viajar si quiere, puede detenerse cuando usted prefiera; pero nunca deje que la opinión de otros determine su ruta.

El paciente lloraba en silencio, sin siquiera notar que las lágrimas rodaban sobre su rostro. Luego de un minuto en el que reinó el silencio, Wally se paró y estrechó la mano enfervorizadamente al doctor.
-Muchas gracias- dijo con emoción. Todo se me ha aclarado: gracias por ayudarme a encontrarlo.
-Señor, no se preocupe- sonrió el Dr. Vázquez- ese es mi trabajo.

El doctor dio media vuelta y caminó hacia su escritorio para realizar una factura de cobro del servicio. Cuando tomó la lapicera, se volvió hacia el paciente
-¿Cómo era su apellido, señor Wal...?

La puerta de la habitación estaba abierta, lo mismo que la puerta de la sala de espera que daba a la calle. Vázquez y su secretaria corrieron hacia la vereda, pero era inútil. Wally se había escapado sin pagar. Una multitud circulaba en ambos márgenes de la calle y perderse dentro de ellas era lo que el fugitivo mejor hacía.
Con indignación, el doctor volvió a su consultorio, y se recostó en su sillón. Cuando ya estaba por declarar a aquella tarde como la peor de su vida, se llevó inconscientemente la mano al bolsillo de su pantalón y notó con sorpresa que había encontrado la billetera que tan exhaustivamente había buscado. La vida no era tan mala.

lunes, 29 de marzo de 2010

Sobre héroes y sungas

Con un querido amigo hemos desarrollado una tibia discusión... perdón, discusión puede resultar una palabra muy fuerte, quizás convenga mejor decirle debate... no, tampoco me convence, suena a algo organizado, y esto no lo fue. Pongámoslo así: dada cierta inquietud común, que podríamos rotular como el sentimiento trágico del lector (mientras, Miguel de Unamuno intenta revolcarse en su tumba, para descubrir la espantosa realidad de que no sólo no es acreedor de un nicho o parcela, sino que para peor, contra su  última voluntad, fue cremado) él formuló la siguiente pregunta: ¿es necesario "perder" (ocupar puede llegar a quedar mejor, por no ser tan valorativo) el tiempo leyendo libros que "sabemos" (en realidad pienso que nos basamos en prejuicios, apelando al significado más amplio de este término: pre-juicio, lo que es un jucio anterior a la lectura y no necesariamente "negativo") de antemano que son mediocres,  paupérrimos, desdeñables, insoportables... hablemos con propiedad: berretas (increíblemente, pedorro se ha convertido en sinónimo de este adjetivo, aun cuando en sus comienzos designaba a algo o alguien con problemas de flatulencias)?

{interrumpimos este texto para dar un boletín especial}
En realidad no me interesa seguir con ese planteo en este momento, pero me venía bien como introducción, y también porque quería nombrarlo a Unamuno para hacerme el culto y no sabía cómo disfrazar el esnobismo
{continuamos con nuestra programación habitual}

Yo decía en algún estadio de nuestra conversación que también leíamos por prejuicio (insisto, olvídense por un momento de la carga negativa que normalmente tiene esta palabra) las "grandes obras", u otras que nos compraran porque uno de sus capítulos se llamase: "Ser Emilio Disi o cualquier otra persona". A lo que quiero llegar con todo este palabrerío es a que en mi biblioteca me está esperando desde hace algún tiempo uno de esos autores considerados maestros: Ernesto Sabato (toda esta entrada se reduce a la intención de mencionarlo para impresionar a las multitudes y para desilusionar a las maestras de secundaria que piensan que Coelho es lo más grande que hay).

Llegado al punto, o mejor, llegado a este punto. (este: .) debo hacer un comentario que explicará el porqué del título (palabras permitidas sólo para seguidores del Partido Comunista o afiliados al Sindicato internacional de vendedores de humo): "el libro que está esperandomé se llama "Sobre Héroes y tumbas("x2).
Como todavía no lo leí, no sé de qué se trata, y por consiguiente podrían pensar que no tengo el derecho a usarlo con pretensiones humorísticas, ni como encabezado de algo que quizás no tenga que ver en lo más mínimo con lo que en el libro dice, o se dice. Pero cuando se me ocurrió el título apócrifo, me sentí orgulloso de mi capacidad creativa, y pensé "¡qué buen título para un post (El Rinconcito del Gordo Morcilla informa que sigue en la búsqueda de una palabra menos imperialista para reemplazar este anglicismo) sobre superhéroes norteamericanos (estadounidenses, bah, porque supongo que en Canadá no necesitan ninguno siendo un sociedad tan correcta y ordenada)! Pero después dije, "tendría que pensarlo bien, no voy a andar malgastando tan buen encabezado para escribir dos pelotudeces como: ¿por qué la mayoría de los superhéroes usan el calzoncillo afuera del pantalón? ¡Vamos, qué importa!, o me gusta más Spiderman porque es un superhéroe más humano que, por ejemplo, Superman (el "realismo socialista" déjenselo al viejo Gyorgy, y les aviso, ignorantes, que Superman era de Kryptón)."

Quizás el detonante de que me decidiera a usar (espero que fructíferamente) el título fue haber visto Watchmen (sí, atraso 5 años con las películas, pero sepan que con las lecturas atraso un promedio de 53, así que comparando no estoy tan mal). Percibí en esta obra cinematográfica (aprendan los periodistas, eso se llama sinónimo, y se usa para no repetir siempre la misma palabra) un carácter de superhéroe diferente del que normalmente suponemos (acuérdense del prejuicio). Quizás el cómic original en que se basó esta adaptación tenía otra(s) historia(s), pero en este caso me quedó esa sensación: un alarde de originalidad en el tratamiento de un género, una ostentación de capacidad para salirse de cierto molde. En fin, tampoco soy tan conocedor de los superhéroes "primigenios" como para hacer toda una tesis sobre el caso.

Este sería el momento propicio para insertar en esta disertación a El Eternauta y la consiguiente parrafada sobre el héroe colectivo, pero permítanme señores no hacerlo, en parte porque abundan textos por el estilo (vayan y búsquenlos), y en parte porque ya aburre el tema.

El tema tópico (¿no queda más elegante?) da para largo, pero a mí ya me cansó.

Doctor Seisdedos... sanador y sanatero.

PD: El abuso de paréntesis está penado con cinco días en prisión común, o calabozo de comisaría de barrio.

viernes, 19 de marzo de 2010

¿Tenías hambre? ¡Picadillo!


Perdido
(en facebook)

Me sacan las películas de terror. Ya he hablado de ésto, pero no puedo con tanta negligencia junta. Los directores de películas de terror deben creer que somos boludos. No se conforman con hacer a los protagonistas los seres más curiosos sobre la tierra (entran a todas las puertas cerradas, se meten en todos los sótanos y siguen ruidos extraños), ni con inventar los argumentos más estúpidos por los que el psicópata mata gente. Lo que más me saca, ya lo he dicho en otra parte, es la acción de muchos de los malos, de los asesinos seriales. Son lentos, nunca corren, y muchos de ellos tienen la maldita costumbre de explicar detalladamente el por qué de sus acciones dándole oportunidad al protagonista de escapar o contraatacar contra el agresor, en vez de matarlo como hizo con cientos anteriormente.

Es un mundo injusto. Y no es nada nuevo lo que digo. Pero a lo que voy es a la cantidad de cosas buenas subestimadas y a la cantidad de cosas mediocres sobrevaloradas en el mundo. Ejemplifico: Nirvana debe ser, largamente, la banda más sobrevalorada del mundo. Cobain supo pegar donde hacía falta y tuvo éxito. Pero nada más: editó tres discos, sus temas eran todos basura lírica y tenían tres acordes básicos... Comparado con bandas de su época era un grupo de extremo medio pelo. Se me ocurren otros artistas que llamaron muy poco la atención, tal vez por su perfil bajo o porque no hacían lo que el mercado quería en ese momento. En la misma época en que Nirvana hacía millones con Nevermind, los Pixies ya tenían años de trabajo con un sonido parecido (pero mucho mejor, obvio), incluso bandas como los Pumpkins o Pearl Jam harían luego cosas mucho más interesantes.A lo que voy es que uno nunca debe hacer las cosas sólo esperando el reconocimiento de otros , sino que debe ser fiel a uno mismo. No sirve de nada tratar de ser moderno y nada más, porque quien es moderno corre el peligro de no serlo más en un futuro cercano; y el real objetivo debe ser, creo yo, la eternidad.

A ver cuál te gusta más
(no tengas en cuenta la cara de salame del tipo)


Sinvergüenza (el hijo de puta del día)

viernes, 12 de marzo de 2010

El mejor post del 3er Año

Una vez más la democracia ha tenido lugar. Una vez más las urnas han hablado. Una vez más el Rincón se enorgullece de presentarles al mejor post del año que cierra.

Una vez más ha habido pocos votos: han sido 11, una vez más.

Una vez más digo “Una vez más” para ver cuantas veces dije “Una vez más” sin contar la última “Una vez más”.

Resultados Encuesta Mejor Post del 3º Año del RGM:


- 27% (3 votos)
Manual del Mal Ciudadano
ir

2º- 18% (2 votos c/u)
El Consultorio del Dr. Vázquez* ir
Be Happy* ir
La pólvora es comunista, los fuegos artificiales son capitalistas* ir


3º-
9% (1 voto c/u)
Serie los Juegos del Ayer. Veo-Veo. ir
Chatura Social
ir


SIN VOTOS

Consejos útiles para erradicar mosquitos

Carta abierta a las empresas de cosmética

El Mundo es un juego

La importancia de ser ruso


Total de Votos: 11


* Post sin comentarios

viernes, 5 de marzo de 2010

Consejos útiles para ser un opositor

Luego de un receso obligado, el Rinconcito del Gordo Morcilla retoma sus tareas habituales en el horario de 8:00 a 12:00 (con un intervalo a las 10:00 para preparar el mate). Tras una ardua negociación con los gerentes del espacio, logramos un aumento del sueldo y una bolsa para guardar cadáveres que sobró de no sé qué organismo público.

En fin, logramos que sesione por primera vez el Real Senado de la Patria Morcillística, tras una fuerte discusión por el control de las bancas. Esta nación, sin embargo, está regida por una digarquía (no es que seamos dos garcas... mmm... no, no somos, sino que es un co-gobierno entre dos personas que tienen todos los poderes) y el pueblo (escaso) participa frecuentemente por medio de referéndums y comentarios a pie de página.

Redondeando: volvimos, sin que nadie nos extrañe, sin que nadie nos reclame, sin que nadie se preocupe, sin que nadie nos exija, sin que nadie se comunique con nosotros...

Y para arrancar este nuevo período que mejor que volver con una de las secciones aclamada por la gente, aplaudida por las viejas, reclamada por los jóvenes... y celebrada por Beatriz Sarlo. Aquíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Cos...., perdón Connnnnnnnnnnnnnnnnn


Consejos útiles para personas inútiles

Hoy: Consejos útiles para ser un opositor

Todo país que se precie de políticamente reconocible por la comunidad internacional cuenta con (a grandes rasgos) la necesaria división entre oficialismo y oposición (catgoría ecléctica, que incluye desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista Revolucionario, pasando por grupos neonazis, Tibetanos emancipadores y ex-peronistas). Es por eso que para mantener este status, la mencionada oposición debe seguir algunas normas de conducta. Investigadores del CONICETTGM (Consejo Nacional de Investigaciones, dependiente del Centro de Estudios de Todo Tipo Gordo Morcilla) han elaborado un esquema básico, repartido en panfletos callejeros y también incluido como mensaje subliminal en canciones infantiles, para el desarrollo de óptimas condiciones opositoras:

1- Siempre oponerse. Objetar cualquier medida y luego buscar alguna excusa (el oficialismo es corrupto, los gobernantes compran tierras a precio vil, los jueces se visten de chalequito plateado y van al Carnaval de Gualeguaychú).
2- Renunciar a cualquier tipo de honestidad ideológica-política, si es necesario unirse entre partidos de espectros totalmente diferentes por el bien del país.
3- Nunca suponer que todos los que dijeron que colaborarían lo hagan. Puede ocurrir que, a último momento, esta persona se borre para generar incertidumbre y luego reaparecer como el salvador de la patria.
4- Monopolizar medios de comunicación. Luego transmitir la información apelando a algún eslogan que indique la independencia del periodismo.
5- Controlar grupos de poder económico.
6- Producir alimentos para luego jugar con la extorsión del desabastecimiento ante la negativa a los reclamos planteados desde el sector.
7- Aliarse con viejas figuras de la política que todavía tengan algún tipo de influencia.
8- Jugarle mucho al 17, al 13 y al 47 en la Quiniela Nacional Matutina.
9- Descreer de cualquier organismo controlado por el oficialismo.
10- Tomar contacto con las fuerzas armadas, cosa de estar listos para un golpe de estado.
11- Decir no y hacer sí.

Antes de terminar, invito a todo aquel ingenuo que crea en la verdad de las palabras a que lea lo siguiente:
La ironía es la figura mediante la cual se da a entender lo contrario de lo que se dice.

Chau, me voy a derrocar a Highleppi que está tomando demasiados poderes en este estado...

Doctor Seisdedos

viernes, 12 de febrero de 2010

El #1 del #3

Así como cada cuatro años nos proponemos a elegir al mejor candidato a presidente, así como Telefé elige los mejores horarios libres para poner repeticiones de Los Simpsons y así como Maradona convoca los mejores jugadores suplentes para enfrentar a la mejor selección amateur de las islas caribeñas; de este modo el Rincón del Gordo Morcilla se plantea elegir, como cada año, el mejor post de su tercera temporada en el cosmos de la internet.

Ha sido tal vez este tercer año que acabó el año en que menos y más dispersas entradas han sido publicadas (por lo que quién les escribe asume responsabilidad), pero esto no quita que haya publicaciones de buena calidad. Hemos configurado una vez más una lista de diez opciones entre los que los invitamos (rogamos) a seleccionar su preferido.


VOTACIÓN EN BARRA LATERAL ---------------->
Postulados:
Manual del Mal Ciudadano (29/03/09)
Consejos útiles para erradicar mosquitos (17/04/09)
Carta abierta a las empresas de cosmética (28/05/09)
El Consultorio del Dr. Vázquez (04/06/09)
El Mundo es un juego (18/07/09)
La importancia de ser ruso (10/09/09)
Serie: Los juegos del ayer. Veo-veo (7/10/09)
Be Happy (24/11/09)
La pólvora es comunista, los fuegos artificiales son capitalistas (30/12/09)
Chatura Social (29/01/10)

Duración de la encuesta? Vemos...

domingo, 7 de febrero de 2010

La discriminación es cosa de lingüistas

Muchas veces los seres humanos (también las mujeres y los niños) nos sentimos discriminados. Una mirada, un gesto de desprecio, un dedo medio levantado por sobre el puño cerrado, una mueca en el rostro, una huida escandalosa... son todos signos que demuestran el disgusto por la compañía de seres de otras tendencias, colores o religiones. Sin embargo, el rasgo que hace a los hombres diferentes de las bestias es la palabra, el lenguaje articulado.*
Es el motivo de esta nota llamar la atención sobre el papel que juega la lengua en el acto discriminatorio, más allá de las otras manifestaciones mencionadas más arriba.

Pongamos aquí el primer ejemplo: me animo a afirmar que, si tomamos 10 judíos, 8 se escandalizarán, 5 se ofenderán y 1 tomará un arma al grito de ¡mueran los malditos! en el preciso momento en que un interlocutor suyo pronuncie esa palabra, no ya en una conversación, sino que bastará con que lo haga incluso ante su presencia involuntaria. El presunto discriminador podrá subsanar su falta recurriendo a eufemismos como: semita (vocablo incorrecto, de origen lingüístico, que corresponde a una familia de lenguas de un mismo origen, entre las que incluso se encuentra el idioma árabe y que se extiende por asociación a los pueblos que hablan dichas lenguas), sionista (movimiento político que tampoco responde a un carácter racial y mucho menos representa a la totalidad del pueblo judío), tacaño (eufemismo poco aconsejable), o sujeto en condición de profeta ausente (y en estado expectante).
Luego de tanta digresión, permitasemé aventurar una hipótesis: la mismísima palabra "judío" tiene un carácter negativo por la alta susceptibilidad del pueblo judío, pero se ve exacerbado su rasgo discriminatorio (en idioma español) en la pronunciación de la consonante fricativa velar sorda, la vieja y querida "j". El aspecto áspero y rasposo como de garganta curtida a base de licor y tabaco de la consonante, le da a la palabra un efecto de agresividad, siendo más ofensiva cuanto más énfasis se pone en la pronunciación de esta primera letra.**

Veamos lo que sucede con otro pueblo discriminado, aunque de menor preocupación por el escándalo mediático: los chinos. El carácter explosivo de la consonante inicial (africada alveolar sorda) y el acento que recae en la primera sílaba hacen de la pronunciación de este gentilicio un posible acto discriminatorio. Aunque, para tranquilidad de los progresistas, hay que reconocer que el (aparente) carácter alegre de los orientales disminuye su efectividad.

Pasemos a otro caso: como bien dijo el "Negro" Fontanarrosa en su conferencia pronunciada en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, no es lo mismo insultar a alguien (todo acto discriminatorio reviste un aspecto insultivo –si se me permite el neologismo) tratándolo de tonto o sonso, que diciendolé que es un pelotudo. Incluso es más ofensivo que boludo y como dice el dibujante: el secreto está en la 't', que es claramente mucho más expresiva, más potente que su hermana boba, la 'd'. Los remito a la siguiente experiencia:
Pronunciesé en voz alta la palabra pelotudo (si quiere puede probar diferentes entonaciones de la "t") y luego haga lo mismo con pelodudo. Verá como usted mismo se dará cuenta de la mayor eficacia del primer término y del asombroso parecido del segundo con una parodia del modo de pronunciación chino para la frase 'pelo duro', motivo de burla que tiene su razón en la inexistencia del sonido 'r' en la República Popular.
Por último –y no por falta de pruebas, sino para no alargar tediosamente una hipótesis que creo ya debidamente argumentada– tomemos otra palabra de uso discriminatorio: gordo. Exceptuando el uso cariñoso, afectivo, este adjetivo lleva su fuerza discriminante en el sonido 'r', que al igual que lo que sucede con el primer ejemplo, aumenta su agresividad cuanto más enfáticamente sea pronunciado. Compárese sino con sus equivalentes en otros idiomas: fat (en inglés), graisse (en francés), χοντρός (jontros, en griego), grasso (en italiano), todos con una consonante de carácter y luego contrastesé con el mismo término en vietnamita: béo, totalmente inocuo (a menos que venga un vietnamita a comprobar lo contrario).


PD: Previendo futuros comentarios, aclàresé la exclusión del altamente utilizado vocablo "negro". Como podrá notar cualquier persona (inclusive judíos, chinos, gordos y pelotudos) dicha palabra tiene una consonante de las que hemos llamado 'de carácter': negro. Sin embargo, la explicación de su omisión es simple: la consabida incapacidad intelectual del pueblo negro hace inútil la explicación anterior, con lo que la fuerza discriminatoria de la consonante es incomprensible para ellos. De ahí el innecesario énfasis en discriminarlos a través de recursos fonéticos.

* Este matasanos descree de esta teoría y adhiere a la de Unamuno: lo que diferencia a los humanos de los animales no es la razón, sino los sentimientos. Dice el filoencritor (intento de subsanar la ineptitud del castellano para crear palabras compuestas que señalara Borges) español en el primer capítulo de su Del sentimiento trágico de la vida:
El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reir o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado.
** La omisión en esta nota de la persecución política-religiosa sufrida en algunas ocasiones por los judíos (como tantos otros pueblos) es deliberada.

viernes, 29 de enero de 2010

Chatura Social

El chat siempre me pareció un poco tonto, a falta de una palabra más descriptiva. Ojo, no hablo de los mensajeros –MSN, aMSN, el popular Yahoo Messenger- , sino de las salas públicas de chat, en donde se dialoga con gente anónima, de seudónimos extraños y lugares distantes.

Lo que quiero decir es que me parece de las maneras más ineficaces de llevar a cabo cualquier tipo de “logro social”: hacer amigos, buscar pareja, etc. No digo que no haya gente que lo haya conseguido, pero creo que hay métodos muchos más directos y efectivos; mucho más hoy que las redes sociales vía Internet te acercan mejor – “acercamiento” de algún tipo- a otras personas. Y sino, siempre lo más efectivo es el contacto humano. Pero volvamos al tema.

Pecaré de simplista, pero es tan estereotipable la persona que chatea que sería una pena no enumerar sus características: solitaria, poco atractiva en lo físico, sin muchas luces (la superficialidad de las charlas no lo requiere). Las conversaciones por chat son de tan bajo vuelo, tan monótonas, que se tornan aburridas a menos que tus deseos sexuales dominen completamente tu cerebro.

De cualquier manera, para ilustrar mi posición, he decidido meterme en el campo empírico, entrar a una sala de chat solo con fines científicos. O bueno... lo que sea esto. Estas fueron algunas de mis experiencias.

(click a las imágenes para ampliarlas)


Calentita_23 era sincera respecto de lo que esperaba encontrar, y como es lógico, apenas se dio cuenta de que yo no iba a ese juego, dejó de hablarme en el privado, aunque la vi metida en una intrigante charla en el salón público minutos después.

Pablo sincero bg pensó al ponerse ese nick que tal vez alguna mujer se sentiría atraída hacia él por considerar que era portador de esa cualidad virtuosa. Con seguridad no tuvo ningún éxito, ya que respondía instantáneamente mis mensajes. Debido a que "Plind" no deja traslucir género alguno, el creyó que yo era mujer, pero cuando le dije lo contrario, desapareció. Igual con lo de Julio César me sirvió para ilustrar un par de puntos.

Carolina... parecía una chica simpática. Hablé con ella un poco en el chat público, medio de rebote. Así que le hablé seguidamente por el privado; la saludé como correspondía y eso, pero ante la primer pregunta fuera del cuestionario regular, desapareció de la charla.

En fin, esa fue mi experiencia, y aunque no creo haber descubierto nada nuevo, me divertí un rato. Saquen (si así lo desean) sus propias conclusiones.