miércoles, 27 de junio de 2007

Como en una Sitcom...

Mi nombre es Earl, y ésta es una antigua vivencia personal que quería contarles.

Llegamos a Smallville una fría tarde de junio, junto a mis amigos Malcom y Verónica Mars.

El poblado es una pequeña aldea de E.R. (Entre Ríos), a 24 kilómetros de The OC.

Nos alojamos en un hotel Supernatural, tras el recibimiento del conserje, que por su físico parecía ser Dos Hombres y Medio. Él decía ser un Padre de Familia llegado desde el condado de One Tree Hill.

Esa misma noche salimos a pasear por los alrededores con mis compañeros: bordeamos el centro y subimos la colina. Allí nos encontramos con unos hombres que declaraban ser los 4 Reyes, apodados por todos como Los Reyes de la Colina.

Al seguir nuestro camino, hallamos el consultorio del Dr. House, el cual estaba atendiendo a los hijos enfermos de unas Amas de Casa Desesperadas. Como verdaderos Héroes, quisimos ayudarlo, pero al no saber nada de medicina, nos echaron de La Oficina.

Seguimos nuestro camino incierto, hasta que Malcom dijo lo que los tres pensábamos: We're Lost (por alguna extraña razón lo dijo en inglés). Desesperados, buscamos el camino de regreso, sin mucho éxito.

Y fue allí cuando la vi: con su cabello oscuro al viento y sus largas piernas de cobre a la luz de la Luna. Me enamoré. Le pregunté cómo se llamaba y me contestó suavemente: Reba. Traté de conquistarla, pero me rompió el corazón cuando me dijo que seamos solo Friends.

Reba era parte de un grupo de Scouts, quienes nos ayudarían al volver al hotel. Pregunté: ¿Quién es el Jefe?, y éste nos guió de regreso.

Han pasado muchos años desde ésta aventura: hoy tanto Malcom como Verónica están Casados con hijos, y por mi parte, sólo concurro eventualmente al triste burdel Gilmore Girls.

Nota: Los nombres ingleses "My name is Earl", "2 and a Half men", "4 kings" y "The Office" han sido traducidos, para que vos (pedazo de gil) los entiendas bien. ¿OK?

miércoles, 20 de junio de 2007

El éxito tiene cara de garage

¿Hace tiempo que persigue el éxito pero no lo alcanza? ¿Es su negocio un negocio mediocre y con pocas chances de éxito? La solución parece estar en montar su compañía en un garage. Es probable que dentro de estas habitaciones dedicadas al resguardo de los vehículos, llenas de objetos inservibles, olor a aceite, nafta y otros combustibles provoque reacciones en nuestro cerebros (con semejantes cosas es probable que uno se drogue) que provocan, naturalmente, el éxito en los negocios.

Es conocida la historia de que Bill Gates empezó su magnánima fortuna, programando en su pequeño garage, pero al parecer esto es tan real como los 80 años que Mirtha Legrand dice haber cumplido. Esto sería nada más que un rumor sin fundamento, intentando disfrazar la infancia privilegiada de Gates. Perdonen si se les acaba de caer un ídolo pero es que estas cosas merecen ser sacadas a la luz. Vean esta biografía o esta otra (en inglés).

El que si empezó en un garage fue Steve Jobs, co-fundador de Apple, empresa rival de Microsoft y que algunos dicen de la cual Bill Gates robó sus ideas. Era hijo adoptivo de una pareja trabajadora, sin el suficiente dinero como para pagarle la universidad, y junto con un amigo empezaron en el garage de su padre la empresa de la manzana.

Siguiendo con las empresas informáticas, el archireconocido buscador Google y la empresa propietaria del mismo nombre (que permite que este espacio sea posible. Te amamos, Google), fue empezada por sus creadores en un garage de Menlo Park, Sillicon Valley (para el que no sepa inglés Valle de la Silicona, lugar habitado por modelos, travestis, Alejandra Pradón, Luciana Zalazar, el hombre elástico y otras personas de apariencia gomosa).

Pasando a empresarios argentinos que corrieron la misma suerte que los anteriores están:
* Cheeky, la empresa de ropa para niños, que empezó sus andanzas en un garage de San Isidro, Buenos Aires.
* Taranto, dedicada a la producción de no sé qué parte de los autos. Seguro la han visto como auspiciante de Independiente hace un tiempo, y es porque la empresa comenzó en Avellaneda.

Para terminar, quiero hacer un llamado a la solidaridad, para todos los bolivianos, chinos, coreanos y paraguayos que trabajan en estado infrahumano en lugares 10 veces peores que los garages y por una paga ínfima y posiblemente para alguna de esas grandes empresas que empezaron su vida en un garage.

Los saludo a todos desde mi propio garage, desde donde escribo con la intención de que este pequeño espacio llegue a convertirse en visita obligada para algún alma.

Adiós.

miércoles, 13 de junio de 2007

Presión de localía (escrito under pressure)

Ayer por la noche me encontré con un amigo al que no veía hace tiempo, con el cual revivimos todo ese tipo de cosas que se reviven cuando se reencuentran dos amigos.

Entre aquella aventura, ese viejo chisme y ese plato asqueroso de sopa de arroz, surgió un tema que si bien puede ser demasiado orientado al público deportivo, es válido ya que es lo único que tenía en mente para escribir (descarte aparte).

En tiempos lejanos, cuando los jugadores de fútbol vestían camisas con botones, los arqueros usaban rodilleras, y Mirtha Legrand apenas había cumplido 10 años en tv, el espectáculo deportivo estaba marcado por un plus hacia el conjunto que actuaba en su cancha: debido al apoyo de su hinchada, a su hábitat cotidiano de juego y al condicionamiento de éstos aspectos sobre el árbitro del juego. El equipo local se hacía sumamente fuerte jugando en casa, si las condiciones de ambos planteles eran similares.

El tema del que hablamos fue de la presión de localía, definida aquí mismo por mí como el condicionamiento de un equipo por el aliento de su propia gente, y toda la carga que ésto implica para sus jugadores; los cuales no pueden rendir en plenitud debido a que sus hinchas los asfixian (casi figurativamente hablando).

...

...
Hay dos posturas ante esta hipótesis:
*La primera es la que tomaría cualquier persona de la vieja escuela, que alguna vez practicó algún deporte con público o fue a una cancha. Esto de la "presión de localía" es un delirio. Está de más decir que eso es lo que pienso yo (no me pude controlar).Entiendo entonces, que no hay que jugar más a nada con público, porque este recurso se usa a diestra y siniestra por los deportistas:"Perdieron porque el rival se hace fuertes de local" pero también "Los jugadores perdieron debido a la gran presión que les impuso su público..."

*La otra postura es la moderna, "centrada" y comprensiva (sinceramente incomprensible). El público alienta demasiado. El arquero siente que si no ataja la pelota se va a encontrar con un público furioso que lo demolerá a... ¡¡gritos!!. El pivote tiene miedo de tomar el tiro, porque ese aliento del público lo pone nervioso y no se siente seguro. Es lógico... ¿Es lógico?


Al escribir esto, yo le iba ganando a la inexpresiva pantalla blanca del bloc de notas... pero cuando me animaron mis familiares y amigos, entré en colapso y terminé perdiendo.

miércoles, 6 de junio de 2007

Consejos útiles para ser un buen invitado

Volvemos con nuestra sección de consejos útiles para las personas inutiles. Hoy...que no se debe hacer cuando somos invitados a una casa..de un amigo, amiga, amigo de un amigo, novia, pariente lejano, vecino nuevo o la reina Sofía de España.

Consejos útiles para personas inútiles

Hoy: Consejos útiles para ser un buen invitado

1. Cuando le abran la puerta nunca entre a los gritos, uno nunca sabe si hay alguien durmiendo en la casa.

2. No toque los artefactos electrónicos, puede desprogramar algo.

3. No fume sin pedir permiso y mucho menos use como cenicero el jarrón con cenizas de la abuela.

4. Si es necesario reprima las ganas de ir al baño, es una experiencia un poco problemática, sobre todo si se le traba el botón del inodoro y sigue fluyendo el agua. Si es realmente necesario, siempre fijese que haya papel higiénico, no querrá llevarse una ingrata sorpresa.

5. No salga al patio sin el dueño de casa, algunos perros son muy agresivos con los extraños.

6. No diga mientras mira la foto de la mesa del living:-¡Qué joven es tu abuela!, puede ser la madre.

7. Si lo invitan a comer:
a. No eructe en la mesa, con excpeción de algunos países árabes donde es bien visto.
b. Si no le gusta la comida, el primer plato comáselo de callado y trate de que no le sirvan más, puede aducir que está a dieta.
c. No se seque la boca con el mantel, ni con las mangas de la camisa.
d. No empiece a comer hasta que otro lo haya hecho, quizás en la casa se acostumbra
agradecer primero.